soneto etílico

Amargo licor, refresca la mente

y mi piel sola, las hace añoradas;

de aquellas caricias tan olvidadas

afloran recuerdos prontamente.


Da el inicio de las noches amadas

el horizonte, naranja, silente;

el río turbio, refleja calmamente

la sombra de manos entrelazadas.


La mora torre fue mudo testigo

de aquella pasión que tanto devora,

esos deliciosos besos de higo.


nocturno ojo de plata, observadora

apuro mi ebria confesión y digo

“ella está en mi corazón, aun ahora"

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