El ocaso de los dioses

Mientras el gran Febos se acuesta

la negra túnica cubre el mar celeste

y los héroes observan desde el cielo.


El dios náutico regala una brisa refrescante

aliviando las calientes noches del puerto

y las hileras de luces, luciérnagas eléctricas,

crean nuevas constelaciones en la tierra.


Los desterrados del reino de Oniros vagan

por el hermoso paisaje; rio y tierra unidos;

Selene refulge de emoción mientras observa

como la noche se apodera de la perla.


El Santa Ana con la alfombra luminosa

guía a los bohemios y trasnochados

a las diversas capillas de Baco

para divertirse u olvidar con el blondo narcótico.


El gran ciclope observa todo desde lo alto;

la cima del Santa Ana que, como Titán,

es el Prometeo de esta ciudad pues la formó,

le dio el fuego, la muerte y el renacimiento.

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